Aunque algunos lo nieguen, la carrera por el poder ha empezado. En el primer lugar y sin mucho esfuerzo, un alcalde que rompe récords de aprobación se ha distanciado del pelotón inicial y deja a su paso una estela amarilla que cada vez irrita más a sus adversarios.
Con la venia del presidente y con un efectivo “mis obras hablan por mí”, Luis Castañeda Lossio parecía tener todo controlado hasta que unas cuantas banderolas lograron que el “alcalde mudo” se fuera de boca, menospreciando a un “fulano” que tiene nombre y que encima se ha ganado el siempre atrayente apelativo de “outsider”.
UN AVENTURERO DEL PODER
En 1981 un actor de Hollywood asumió la presidencia de Estados Unidos, en 1987 los italianos eligieron a una actriz porno como parlamentaria y tres años más tarde la moda electoral llegó al Perú cuando un “chinito” montado en un tractor se convirtió en nuestro primer presidente “outsider”.
Definido como alguien que irrumpe de forma inesperada en la escena política, sin paso previo por ningún partido y que alimenta su popularidad a medida que va despotricando de sus rivales, el “outsider” representa el voto de protesta contra una clase política que en los últimos años ha acentuado su descrédito.
El “outsider” peruano es capaz de derrotar con discursos monosilábicos a un intelectual de la talla de Mario Vargas Llosa. Ser el verdugo de los partidos tradicionales y convertirse en alcalde de Lima siendo tan solo una figura de televisión. No tener mayor ingenio que pegarse un número 13 en el trasero y dar respuestas tan singulares como: “El símbolo de mi partido tendrá que ser mi cara”.
Casos como el de Ollanta Humala que prometía una mano dura contra los políticos corruptos o Alberto Fujimori que surgió en medio de un país en bancarrota deben entenderse de acuerdo a sus respectivos contextos.
Según la directora de Imasen, Giovanna Peñaflor, el elector peruano dio un salto al vacío al votar por Fujimori porque simplemente no tenía nada que perder. El panorama actual puede ser distinto, pero la disconformidad sigue vigente.
Luis Benavente, director del Grupo de Opinión Pública de la Universidad de Lima, cree que las condiciones para que surja un “outsider” están dadas y los responsables son una vez más los políticos.
“El descontento se debe principalmente a la corrupción, una mala distribución económica y una oferta electoral muy pobre. La población que rechaza el sistema tiene una cultura política mínima y prefiere un enlace emocional con los candidatos que escuchar una propuesta programática”.